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miércoles, 26 de mayo de 2010

Madrugando, como cada día.

Ayer, hablando con mi amiga Rosario, me sentí un poco… dubitativa. Ella me decía que le gustaba más cuando leía mis pensamientos, mis ideas, porque era una manera de conocerme mejor. Me hizo plantearme si es así como yo quería que fuera el blog: un abrirme y contaros como soy, como pienso, por qué y un motón de cosas mías donde, entrarían las justificaciones, verdades a medias y muchas otras cosas o lo que en realidad es: un rincón donde compartir lo que me va gustando de aquí y de allí, colgar mis queridas lecturas, ya grabadas, y que de vez en cuando, en esas mañanas que mis dedos piden paso y teclean sin pedir permiso, dejarlos fluir para luego, también, compartirlo aquí. Un sitio que me haga pensar que pueda resultar un lugar más o menos ameno, porque en realidad de eso se trata, de tener un poco de todo y no sentirme demasiado cortada a que me conozcáis. El día que empecé este blog y buscando como configurarlo, leí la frase de un bloquero que cerraba el suyo porque explicaba que ya no se sentía libre, miraba con lupa lo que escribía y había empezado a “cortarse los dedos” por miedo a la opinión de los demás. Ese es el gran problema de escribir aquí. Nuestros egos, los que nos impulsan a este protagonismo que puede ser desvergonzado, en el momento que no reciben un buen apoyo de aplauso, dejan de “querer” para convertirse en víctima de su propio proyecto. Los egos, los miedos, se mezclan hasta que algo o alguien los hace tambalearse. Quiero evitar que eso ocurra y, en esa tesitura, sentirme todo lo libre que pueda.

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Beatriz Salas Escarpa