Esto no es una bienvenida
La aguja gorda y cortita del reloj no marcaba, como a Lorca, las cinco de la tarde, marcaba recién las nueve y también en sombra y también terribles.
La más pequeña y finita tan sólo marcaba el minuto 64 y se paró insultantemente.
Y esa tan finita y que suele ser de otro color, justo acababa de llegar al 5, cuando injustamente dejó de moverse para siempre, sin ver el 6.
Tras un tiempo, sin acabar de encajar, la puerta se cerro de golpe, de un previsto portazo.
El mejor agua del Cirerer se secó para siempre. Sin tan siquiera haber podido poner más de una gota en el Taronjer.
Oscuridad.
Lágrimas.
Silencio.
Paz.
Carlos
Muy bonito este post de Carlos.
ResponderEliminarUn beso.
Es un poeta exquisito. Abrazosss
ResponderEliminarpreciosoooooo
ResponderEliminarBello, muy bello.
ResponderEliminarBesos
He llegado aquí a través del blog de Carlos para curiosear y me he quedado anodadado, me encanta...
ResponderEliminarTienes una voz muy radiofónica y un ritmo de lectura exquisito.
Enhorabuena por esa lectura, me has impresionado.
Saludos
Cuando leí las palabras de Carlos se me paró el corazón en congoja pero tu voz me arrancó las lágrimas
ResponderEliminarBesos