Sí. Tengo celos.
De la gente que te mira,
del cepillo en tu pelo
y del semáforo en la esquina.
Todo enciende aquí adentro
una creciente manía
de que aquél caballero
que sólo te muestra cortesía,
quiera coger tus dedos
o llevarse tu sonrisa.
Puede que esté enfermo,
y recurra a la psicología,
porque celar los cubiertos
y tus roces en la cortina
ya raya en lo patógeno
y en la tontería.
Es que no te tengo
y cuando se abre el día
en un gran bostezo
repito hasta la insanía
que hoy más te quiero
y que ayer no te tenía.
Sabes que soy de extremos
y que nunca ando por la orilla,
así que mándame un beso,
tus caderas y rodillas
y así me quedo quieto
pegadito en tu mejilla.
Publicado por Julio Díaz-Escamilla
Gracias, señora, por la gentileza de darle vida a la palabra muerta y quieta... Ahora se levanta el poema y anda y camina, y suena y huele.
ResponderEliminarUn abrazo.
www.hablaspalabras.blogspot.com
¡Qué maravilla!
ResponderEliminarInmenso, inmenso, inmenso..
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYa me tienes pegadita a tu mejilla todos los días desde hace siete años de gozarnos a pesar de todos lo embates ,seguimos amándonos .
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