Nostalgias en imágenes
Recientemente tengo nostalgias, añoranzas… Son esos días que llevas en la memoria a los que no puedes poner adjetivos porque los recuerdos, la morriña de todo tipo se cruzan y se sobreponen y el puzzle se enmaraña y dispersa, para de nuevo volver a reencontrarse, con una realidad tan lejana, tan evocada o no, tan… no encuentro las palabras, de verdad.
Todo empezó en casa de Paqui, una nueva amiga que me llegó al corazón en mis días de hospital donde compartíamos habitación y dolores... Su amiga Marta llegó a visitarla también y trajo de regalo una caja de castañas en almibar.
Nos mudamos a Guarda cuando yo acababa de cumplir los 8 años y esa pequeña ciudad la hice mía en pocos días. Me movía por ella como pez en el agua, me sentía segura, osada y hablaba con todo al que tenía que comprar porque no había tiendas alrededor de casa y yo hacía los recados. Los del lugar me preguntaban cómo es que conocía a “los españoles” y yo no podía imaginar que lo decían por lo bien que pronunciaba y hablaba; cuando me lo explicaron en casa me sentí muy orgullosa. Desde entonces se me dan bien los idiomas y sus acentos.
Las castañas… siempre, siempre que las veo mi mente vaga veloz al patio de mi colegio donde, al estar colmado de castaños, en otoño, las recogíamos del suelo y las acumulábamos en las faldas de nuestros babis. Para mí, que venía de vivir en el centro de Madrid, donde no había ni flores, que yo recuerde, convivir con la naturaleza pura fue un regalo que me marcó!Recuerdo una tarde, jugando frente a casa (mi vida transcurría jugando en la calle) que en el trocito de terreno entre nuestro edificio de viviendas y el siguiente, vi como un hombre recogía patatas, y salían patatas enterradas debajo de una planta! Nunca había pensado cómo se conseguirían; hasta había vacas frente a casa y pastaban en el inmenso campo que a modo de vaguada nos separaba del otro lado de la ciudad. Era muy pequeña y “de capital”.
Mientras escribo mis añoranzas escucho una de mis canciones preferidas por la gran diva María Callas “Casta Diva” y se abrazan los recuerdos del campo con la sofisticación más maravillosa, porque maravilloso es todo esto para mí.
Guarda, la ciudad que me empezó a marcar: “la española”, para ellos, “la portuguesa” cuando regresábamos a Madrid a visitar a la familia. Ahí ya empecé a ser diferente, y hasta ahora.
Ayer fui a grabar al Aljarafe de Sevilla y por tanta lluvia el campo está desconocido, de un verde magnífico que me recuerda a la campiña inglesa que tanto quiero, plagado de margaritas que le hacen lucir de fiesta. Es normal que tras respirar profundamente ante tanta belleza mi mente me llevara de nuevo a mis evocaciones de infancia. Luego, al llegar a casa, como una loca entre en Google map y escribí: “Guarda – Portugal”, preguntándome por qué no lo habría hecho antes. Acorté al máximo las distancias y llegué a “mis sitios”, baje a las calles de mi querida ciudad, empecé a recorrerlas como cuando o iba al colegio o regresaba a casa (siempre sola), reconociendo la casa de una amiga o de un amigo, el parque por el que siempre había que pasar, el hotel enfrente… empecé a llorar por la cercanía tan lejana, por los recuerdos tan nítidos, por esas aceras que en muchas ocasiones creo recordar iguales y llegué a mi bloque de pisos y miré al 2º y vi los garajes y sobre ellos donde yo patinaba… Cerca el seminario Maior de Guarda donde entrábamos a escondidas a coger alguna manzana y nos echaban por “ladrones”! Mi bici roja y la cantidad de veces que me raspé las rodillas. Y no encontré "el mercado" donde íbamos todos los sábados y las gallinas y pollos se compraban vivos! No está, en su lugar hay un edificio nuevo, que no pega nada!!!... ¿Podéis haceros una idea?
Los sábados al mercado y los domingos al río Mondego cuando hacía buen tiempo.
No puedo pensar en un lugar más bonito y encantador, donde había ortigas y nos bañábamos hasta caer rendidos. Íbamos con la comida, ilusión y muchas ganas de pasarlo bien. Era un grupo de españoles que formamos al desplazarnos once familias, de matrimonios jóvenes con críos pequeños, por el trabajo de los padres, donde pasamos unos pocos años.
Beatriz Salas
Mis rincones preferidos del río Mondego donde pasaba los domingos de verano.
No sé si sabemos valorar todo lo que Google nos ofrece (yo le he llamado muchos años mi primo de zumosol) pero a mí ayer, una vez más, me hizo feliz, me dejó agradecida por lo que me regalaba con un simple clic del ratón, por lo que significaban esas escenas tan nítidas después de casi 45 años.
No sé si sabemos valorar todo lo que Google nos ofrece (yo le he llamado muchos años mi primo de zumosol) pero a mí ayer, una vez más, me hizo feliz, me dejó agradecida por lo que me regalaba con un simple clic del ratón, por lo que significaban esas escenas tan nítidas después de casi 45 años.
Hoy amanezco emocionada, nostálgica y he querido
compartirlo con vosotros.
Beatriz Salas
Lógica tu añoranza. Debió ser una época preciosa que deja huella. Abrazos
ResponderEliminarYo creo que tu particular primo de zumosol lo que te está diciendo al oído es que necesitas poner pie en tierra, a la mayor brevedad, en ese lugar... Oler, tocar, sentir en directo esa tierra que es parte de la persona que ahora eres...
ResponderEliminarAbrazotes en esa mañana lluviosa (cómo estoy disfrutando este año con tanta lluvia)
PD: no me gustan las castañas, pero sí comprar para llevárselas a otros (en mi infancia lo hacía para mi madre) el cartuchito de ellas asaditas, su olor y su tacto calentito entre mis manos. Y, mi hija mayor, con doce años, me descubrió un día ese color de voz único de María Callas capaz de ponerme el vello de punta y un nudo de emoción en la garganta...
Irremediablemente me fui dejando arrastrar por tu nostalgia, y desfilaron por mi mente momentos entrañables de mi niñez. Poco a poco, paso a paso me has ido sumergiendo en en la añoranza de mi mas bello pasado.
ResponderEliminarTambién en el recreo yo recogía castañas, y hasta raspe por todos los costados (si las rodillas tienen costado) mis rodillas en mi bici azul.
Bueno que pedir más a la informática si esta me llevó a ti.
Besos.André
Qué magnífico y fabuloso relato nos dejas Beatriz, con tan preciosas fotografías. Te admiro mucho.
ResponderEliminarBesos. Rosa.
!Qué hermoso lo qué compartís querida Beatriz, me hiciste emocionar y recordar mis añoranzas! Dios te bendiga, te llevo en mi corazón. Tu amiga argentina. Tere
ResponderEliminarLa nostalgia suele unirse con la ternura y eso, amiga Beatriz, siempre es agradable.
ResponderEliminarUn abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Gracias por entrar en mi blog y comentar.
ResponderEliminarHermosa entrada acompañada de preciosas fotografias.
Añoranza,sentimiento que a veces nos invade cuando recordamos momentos buenos del pasado,"vivencias que fueron maravillosas".
Un cariñoso abrazo.
Gracias por compartirlo Beatriz, me ha gustado mucho caminar de tu mano por esas calles, bañarme en ese río y vivir tu nostalgia que tan bien nos has descrito. Qué bonito poder entrar en Google y revivir esos momentos, es cierto que muchas veces no valoramos la suerte que tenemos.
ResponderEliminarUn abrazo desde mi mar.
Ay que ver la cantidad de cosas que nos puede traer un simple castaña.
ResponderEliminarSaludos
Es cierto, un simple detalle no puede hacer recordar miles de cosas!
ResponderEliminarRevivir unas sensaciones, recorrer las calles de nuevo, "ver" nuestro pasado...cuantas cosas podemos hacer con un clic...
ResponderEliminarAquí estoy, de la misma forma, siendo partícipe de tu niñez...
Bonita nostalgia...
Saludos
Pues gracias mil Beatriz por compartirnos esa hermosa parte de tu vida.
ResponderEliminarHe disfrutado tanto de tu mano por esos bellos lugares, me agrado mucho recorrer esas calles y esos recuerdos contigo.
Un relato maravilloso.
Un abrazo grande con todo mi afecto.
¿Por qué crees que yo le llamo "sangoogle"? ;)
ResponderEliminarMe'ncantan las castañas y tú me has traído su sabor y otros de la infancia. Gracias :)
Besos multiplicados
Hoy me he levantado
con el firme propósito
de dar gracias a Dios,
por permitirme conocer
a personas tan maravillosas
como lo eres tú.
Un fuerte
y excepcional abrazo,
para recibir el fin de semana
con radiante alegría,
de parte de esta
tú incondicional amiga.
Atte.
María Del Carmen
tERNURA Y NOSTALGIA, LOS BUENOS RECUERDOS NOS HACEN VIBRAR.
ResponderEliminarInvito yo http://entretejerpalabras.blogspot.com.ar/2013/04/laura-adriana-ororbia.html
ABRAZOS
muchas gracias por tu huella BEA
ResponderEliminarevocativo y nostálgico recorrido por tus memorias
en lo personal nunca me han gustado las castañas
las encuentro secas , desabridas, harinosas
lo que me gustan son los acompañamientos esos sí son ricos
sabrosos y para nada secos
besitos y feliz fin de semana
Hola Bea.
ResponderEliminarCoincido con Lichazul, las castañas no son santo de mi devoción, no obstante, a mi madre sí le gusta asarse algunas de vez en cuando, en su tiempo.
Así que voy a unos km de aquí, a un sitio donde hay muchos castaños y cojo unas cuantas.
Un abrazo.
que bien relatas las vivencias, con ese cariño, siempre me envuelven en un manto de calidez
ResponderEliminarPortugal es un pais que me gusta mucho.
Besos