Si supieras,
si sólo una milésima,
si sólo un pedacito,
un lado de mí misma conocieras,
sabrías que estoy hecha de ciruelas,
de almendras y duraznos.
Sabrías que por dentro soy de azúcar,
que sólo un dedo tuyo
y un término rosado es suficiente
para que pierda mi alma el equilibrio.
Una mirada sola,
clarísima y brillante,
un simple "yo te quiero"
podrían encender mi vieja lámpara
y hacer que tras la tarde
se moje de pasión alguna orquídea.
Si supieras,
que sólo soy de vientos primitivos,
de aquellos que hacen fuego
y avivan las fogatas campesinas.
Si sólo una milésima,
un lado de mí misma conocieras,
sabrías que estoy hecha de aceitunas,
de abejas y geranios.
Sabrías que la noche es mi cuaderno
con un redondo verso que es la luna.
Sabrías que por dentro tengo cítaras,
que sólo una caricia
podría convertirme en oleaje,
en lluvia de amapolas y campanas.
Si supieras,
que estoy de ti tan llena,
que sólo bastaría que te acerques,
para nacer de nuevo.
No sabes que soy frágil,
que sólo soy de piel ansiosa y húmeda,
que sólo soy mujer,
así, sencillamente,
sin rótulos ni farsas,
tan sólo soy así:
aquella,
que te espera contra todo.
Violeta Luna
A mano amada
ResponderEliminarA mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
allí,
en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,
los recuerdos me asaltan.
Unos empuñan tu mirada verde,
otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.
Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.
Cierro los ojos para ver
y siento que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.
Angel Gonzalez