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lunes, 18 de julio de 2011

Máximo Cano - Escúchame... antes de que se me olvide





Se lo hice prometer en cuanto los chicos se hicieron adultos y se cumplió tal como lo acordamos. Nos dimos cuenta que aquello ya no tenía solución y cumplimos por dignidad, por amor y porque la gente que me rodea y quiere me lo hace saber a menudo.
Patricia me lo prometió tras negociar entre risas y caras serias, en un momento de intimidad. Sellamos el acuerdo con un beso. En el momento que me olvidara de su nombre y del de nuestros hijos de forma continuada… entonces, ese sería el momento de hacerlo... y solo hubo que esperar algunos años para que esto ocurriera.
Apenas recuerdo cómo fue mi vida, solo a veces me vienen pequeños fragmentos a la memoria, siempre entre vacios y nebulosas. Imágenes revueltas de infancia de familiares que ya no están. Mezcolanzas turbias. Recuerdo de aquella época, las mañanas de fin de semana, cuando los niños se metían en nuestra cama y en pocos minutos almohada y sabanas se transformaban en barco pirata gobernados por Babarroja, Sandokan… algún que otro aventurero se apoderaba de nuestra personalidad por breves y felices momentos. Mi vida había sido bonita.

Hace un día de primavera. Hoy es el día indicado. El día del cumplimiento de la promesa.
Nos hemos despertado muy tiernos y nos hemos querido como locos, eso por el momento, no se me olvida. Hemos desayunado toda la familia juntos y al salir al monte me he despedido de mis hijos con un fuerte abrazo. Aunque no recuerde sus nombres quiero hacerles saber lo orgulloso que estoy de ellos y lo feliz que me han hecho sentir. Son buenos hijos y buenas personas.
Me he puesto las botas de monte, polainas, mi jersey favorito, el de punto de garbanzo y la manta de cuadros. Mi mujer entre alguna lágrima que otra, prepara la despedida a su modo y ha hecho unos bocadillos de tortilla con chorizo. Sabe como me gustan. El día de la promesa está siendo duro para ella, más que para mí. Yo estoy convencido.
Hemos pasado una mañana bonita. Patricia ya ha partido hacia casa y yo me quedo en “la sierra del no me acuerdo”, entre hayedos. Están empezando a brotar y tienen un color precioso. Comienza a atardecer.
Mañana amaneceré entre hayas, niebla o txirimiri. Sin duda alguna, habré olvidado el camino de vuelta a casa. Patricia sabrá cumplir su palabra sufriendo un silencio duro y cómplice para dar a mi vida el final digno que yo elegí.
La ertzantza iniciará el rastreo y los periódicos publicarán que un hombre de edad madura, con principios de Alzheimer, salió al monte y no volvió a casa.

Máximo Cano en sábado, enero 29, 2011



9 comentarios:

  1. Felicitaciones por tu espacio Beatriz.

    Un placer pasar por aqui.

    Saludos.

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  2. Beatriz;
    Se me ha puesto la carne de gallina, me he sentido tan identificada, sin saber porque, que a medida que iba leyendo iba presintiendo el fatídico final, es estremecedor, tierno, duro, muy duro, real, y con su derecho a hacerlo.
    Pero cuanta valentía por parte de su mujer...cuanta por parte de sus hijos...¿sería yo capaz de algo así?
    Probablemente antes de ver sufrir a mis seres queridos, sería capaz, pero me has puesto la carne de gallina, es un relato precioso y lleno de ternura.
    Sigue escribiendo, no dejes de hacerlo nunca.

    Besos

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  3. Gracias Beatriz.

    Me he sentido halagado y emocionado al oirte mi relato.

    El relato es duro, pero los que tenemos esta enfermedad rondando entre la gente que queremos, sabemos que lo que es realmente duro es que el Alzheimer, nos mata sin dignidad, haciendo que el final de nuestras vidas se convierta en la mas cruel de nuestras caricaturas.

    Muchisimas gracias por tu dedicación y mi solidaridad plena con quienes sufren con el Alzheimer.

    Saludos.

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  4. Yo ya leí ese post en su momento, fue con el que conocí a máximo y el motivo por el cual no dejé de leerlo. Beatriz, tienes una voz magnífica y modulas a la perfección, haces el relato, si cabe , más bello.

    Y un atrevimiento...¿me suena tu voz?, ¿algún doblaje en cine?

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  5. Adriana, muchas gracias por tus palabras y siéntete en tu casa.

    Elena, me emocionas con tus palabras y me das fuerza e ilusión... gracias.

    Máximo... esta lectura ha sido muy especial y sabes por qué. Me ha costado meses leerla y te doy las gracias por permitirme leerla, ha sido un honor.


    aina, gracias por tu visita y tus palabras, te doy la bienvenida a este rincón de sentimientos y emoción compartida.
    (soy dobladora y locutora de radio... sonrío, una dedicación que me llena de felicidad y que he elegido para sentirme bien).

    Un fuerte abrazo a todos vosotros.

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  6. Emocionante, enternecedor, doloroso; un gran relato que nos sacude pero donde prevalece el amor y el respeto. ¡Me encantó, Máximo! Y Beatriz, genial interpretación. Un beso grande -como siempre- a los tres !!!

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  7. Hola Beatriz. He tenido el placer de conocer tu blog a través del de Máximo. Es excelente. Y esta entrada muy especial, toca el corazón de forma muy profunda. Tu interpretación mágnifica. Felicidades. Volveré.

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  8. Diana, muchas gracias, amiga.

    Thayah, bienvenida a este rinconcito, espero que te quedes por mucho tiempo.

    Un abrazo fuerte

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  9. He vuelto a escucharla, casi había olvidado lo mucho que me gustó.

    A veces, quisiera escribir algo que pudiera oírse de tus labios, pero todo lo escrito, después, al pensar que lo lees, me parece insuficiente.

    Un día lograré escribirlo y tú, con tu voz, tu modulación y tu arte en la oratoria, mejorarás el resultado.

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Beatriz Salas Escarpa