Hubo un tiempo de luz,
cuando las manos,
la voz,
cuando los ojos
eran todo un tazón tibio de leche.
Hubo un tiempo de gloria
y el dolor era dulce,
como dulce tu cuerpo redondo,
caliente.
Un tiempo en que si yo me despertaba por la noche
me sentaba a contarte
que echaba de menos tu regazo
y tú me acurrucabas
en el panal profundo de unos ojos sin fin
y mi enfado -un grito de niño mal querido-
nunca podía contra tu pecho tierno
y la saliva dulce de tus labios.
Y luego me perdí.
No sé muy bien por dónde, en qué momento o cómo,
o te perdí,
no sé en que revuelta de un camino que no era
y todo estuvo gris,
y me estuve muriendo poco a poco,
aprendiendo a tener el miedo cerca.
Ahora, ya solo,
me estoy haciendo viejo
y la tristeza se ha vuelto más serena
y sé que tengo miedo
y sé que no me quiero.
Pero aún en estos días,
cuando la tierra huele como entonces,
pienso en tus ojos pardos, como castañas dulces
y aunque lloro,
sé que valió la pena vivir para besarte,
sé que valió la pena
saber de tu paisaje
y hacer
aquel dulce viaje.
Fernando Fernández
Maravilloso tu blog
ResponderEliminarYo tambien la vivo a mi manera
Todo lo vivido vale la pena, para bien o para mal.
ResponderEliminarMuy lindo.
Saludos.
Diego.
Te deseo un feliz fin de semana.
ResponderEliminarUn saludo.
Felicitaciones el poeta, a la dueña de la voz y a la producción.
ResponderEliminarUn abrazo.
Çok Güzel Site.:))
ResponderEliminarmarvellous!!! sabes que te sigo, no puedo postear todo lo que transmites...porque es tanto...unbeso doble y no sigas asi, pidete más!!!!( se que puedes hacerlo, y por eso te lo exijo!!! ( que marimandona eh??) besos dobles´
ResponderEliminartuna