Hoy quiero rendir homenaje a esta hija y a su madre por cómo me ha acercado a sus vidas.
Descanse en paz tan bella madre.
Aquí puedes oír la grabación mientras lees el texto.
Las manos de mi madre
By Stela Mar Her
El otro día me quedé mirando fija las manos de mi madre. Ella estaba tendida sobre la cama, descansando un rato, y no se percató de mi entrada furtiva a su alcoba. La miré de pies a cabeza, pero sus manos me llamaron mucho la atención.
Las manos de mi Madre están arrugadas. Sus venas se ven abultadas y gruesas líneas de piel, como cordoncillos, dispersos, se cruzan entre sí. De primera intención sus manos me parecieron feas, pero me puse a meditar en lo que esas manos significaban para mí, y al mirarlas de nuevo las vi hermosas, dignas, fuertes, como envueltas en una luz diamantina.
Esas manos fueron tiernas y débiles un día; luego fueron creciendo y cobraron fuerzas, y se hicieron bonitas.
Pero el peso de los años y el sello del trabajo las envejecieron y arrugaron. Ahora son manos de una mujer madura; noble que se ha ido doblegando ante los ímpetus de la vida. Yo amo esas manos. Ellas se abrieron para cargarme cuando apenas yo era un bultito de carne y huesos. Siempre estuvieron solícitas para guiar mis pasos trémulos en mi niñez, inciertos en mi juventud y aún no siempre firmes en mi madurez.
Esas manos prepararon con amor sin igual los alimentos que me dieron vida. Más de una vez apretaron la vara para castigarme por alguna falta cometida. Fueron manos constructoras, que tenían el encanto de transmitir amistad e inyectar estímulo. Por los dedos de esas manos se derrama la luz de un corazón amante, o fueron como hilos dorados que se entretejieron a mi alrededor para darme protección.
En el hogar esas manos se mantuvieron ocupadas haciendo mil cosas, siempre abiertas para hacer el bien. Ahora son manos temblorosas, arrugadas y sin mucha fuerza. Pero no han dejado de ser una inspiración para mí, porque ellas todavía se estiran para abrirle la puerta al hijo que vuelve a la casa.
Para sostener la taza de café con que me obsequia durante mis visitas o para saludar a cuantos se acercan a ella. En la tela de la historia, las manos de las madres han hecho mucha labor. Antes de salir del cuarto, yo me incliné y besé las manos, las bellas manos de mi dulce Madre.
Stela Mar Her
Cuanta sensibilidad y amor se reflejan en estas preciosas palabras. Estoy realmente emocionada! Gracias Stela Mar Her por expresar con esta exquisitez algo que muchas hijas hemos visto en nuestras madres y , sobre todo, gracias Beatriz, gracias Ruth por vuestro maravilloso buen hacer! Un abrazo a las tres!
ResponderEliminarQué montón de amor y ternura.
ResponderEliminarGracias a las tres.
Besos.
Absolutamente conmovedor y hermoso.
ResponderEliminarCierto es que las manos son reflejo de sentimientos inmensos como los que aquí ha sabido trasmitir Stela,si se saben mirar más allá de lo aparente.
Me ha encantado el conjunto.
Besos para todas.
Emocionante Beatriz este texto de Stela Mar Her. Las manos de una madre encierran todo un mundo de expresión en todos los sentidos.
ResponderEliminarUn beso para todas
Un escrito nacido del corazón. Escrito desde la más íntima sinceridad me llega lleno de imágenes, con su capacidad de emocionar, con una emotividad libre de artificios. Por otro lado, es reconfortante ver cómo en una sociedad donde la cáscara, la aparente juventud, es con frecuencia más valorada que el interior y las cualidades personales, quedan miradas que van más allá, que saben leer y recorrer el hermoso mapa que toda una vida ha ido grabando en la piel. Un texto que también invita a una íntima revisión sobre nuestra manera de mirar a los ancianos. Porque con frecuencia, mirarmos, pero no sabemos ver.
ResponderEliminarUn fuerte y cálido abrazo, Stela. Espero que tu madre sonría con dulzura al escuchar cómo ves tú sus manos.
Este es un conmovedor homenaje de Stela a su madre, que en paz descance, y un noble gesto tuyo, mi estimada Beatríz. Las madres son ese altar que habrá de brillar por siempre con luz propia...nada hubiera sido posible para ninguno de nosotros sin la dedicación de ellas...Ay, cuánto amor nos dieron, nos dan y no sdarán!!!
ResponderEliminarEnvío desde aquí mi voz de condolencia y mi abrazo solidario a Stele y a ti Beatríz mi reconocimiento a tu calidad humana.
Un hermoso homenaje de Stela a su madre.
ResponderEliminarCreo que a todos nos ha emocionado porque no hay nada como un madre, siempre a nuestro lado aún cuando somos grandes.
Gracias Beatriz!!
Mis condolencias para Stela.
Cariños...
¡Bellísimo, Beatriz! Y absolutamente conmovedor. Quizás, porque hay tanta verdad y amor en lo que escribe Stela, la misma profundidad que tu voz le confiere a tal gratitud y sentimiento.
ResponderEliminarLamento tan irreparable pérdida, Stela.
Y a ti, Beatriz, y a ti, Ruth, mi admiración (como siempre) por esta emoción que, en medio del dolor, trasciende hasta alcanzar la paz en lo bienamado.
Gracias. Todo mi cariño.
Mi querida Beatriz: Como sabes hace dias que no estoy por aquí y hoy vuelvo a coger el teclado, mirando lo que se que me gusta me encuentro con este bellisimo escrito.
ResponderEliminarYo sabes que estoy en estos dias un poco melancólica, tal vez porque hecho de menos esas manos que me guiaron en mi caminar por la vida, esas bellas y sabias manos que también dejé de ver y de disfrutar mirándolas,
acariciándolas y cuidándolas en su vejez y al final de sus dias.
Por todo ello a mi me ha llegado al alma esta grabación tan hermosa. Preciosa manera de describir esa hija el tesoro que sus ojos ven cuando mira las manos de su querida madre.
Stela te acompaño en tu sentimiento y te doy la en hora buena por saber describir tan hermoso lo que sientes por esa persona que te dio la vida y que siempre estará contigo, ella se sentirá orgullosa y contenta allí donde esté de ver como sus manos te supieron guiar para ser como eres, lo bello que piensas de ella y como se lo sabes demostrar.
Y a vosotras dos Beatriz y Ruth como siempre os digo que sois unas profesionales transmitiendo belleza.
Besos desde
LAS COSITAS DEL RINCON DE DOLORES
Las manos de mi madre fueron lo último que acaricié de ella. De aquella triste mañana de noviembre tengo dos cosas grabadas a fuego en mi mente, en mi corazón, en todo mi ser: sus manos frías y una maquinita que medía el oxígeno que había en su sangre, con unos números de color rojo, cada vez más pequeños. Supongo que ella no me escuchaba, estaba ausente del mundo desde hacía unos días, ni sus manos respondían a mis caricias. Yo le hablaba, para que no tuviese miedo, para que no se sintiese sola. Me engañaba, era yo quien tenía miedo y era yo quien se quedaba solo.
ResponderEliminarReivindico una caricia imposible de las manos de mi madre. Madre, te seguiré echando de manos para siempre.
ResponderEliminarMil gracias acompañadas de un tierno abrazo.
ResponderEliminar¡¡¡Bellicimo, que pena no poder besarlas ahora que ya ella no está conmigo. Besoss...
ResponderEliminarDios mío que poema tan conmovedor!!! Sintiendo mucho esta irreparable pérdida, Stela. Tengo la suerte de tener viva a mi madre y me voy a visitarla el próximo mes. Lamentablemente vivo en otro país y la veo poco...pero su voz me suena cantarina y como eco la llevo plasmada en mi cerebro...Sus manos también ajadas por el tiempo, las recuerdo cuando en otra época declamaban y jugueteaban con el aire regalándonos bellas poesías... Cuando llegue a su lado me deleitaré con toda ella...porque uno nunca sabe quien partirá primero...
ResponderEliminarPrecioso homenaje de Stela Beatriz y Ruth... Felicitaciones