Desde que vi por primera vez
construcciones en arena de la playa mi asombro no deja de crecer. Cuando vivía
en Playa de las Américas y paseaba hacía los Cristianos por el paseo de la
playa, a la altura del Hotel Troya no era difícil ver a algún artista atrapando
a cuantas personas tenían la oportunidad de
contemplar su producción.
¡Qué generosidad tan grande la
del virtuoso! Sin espavientos, en silencio, sin publicidad o ganas de sobresalir,
los anónimos creadores de tan efímeras obras podían conmover y asombrar a
propios y extraños. A veces modelaban figuras humanas, esculpidas en la arena,
a las que solo les faltaba ponerse de pie y empezar a caminar, también animales
o composiciones de todo tipo, y otras, otras, eran castillos, verdaderos
castillos. Cuando de grandiosas fortalezas se trataba no podía por menos que
olvidar la realidad y arrastrarme por la magia del momento, hacerme diminuta y
comenzar a pasear por su veredas, situarme tras sus vanos, pensar o creerme
parte del conjunto y dejarme llevar por mi fantasía e ilusión.
Los cuentos de la infancia, en
los que creía a pies juntillas, se encargaron de hacerme soñar en princesas
vestidas con esos maravillosos vestidos que tanto me gustan, hadas capaces de
conceder cualquier deseo y gentiles caballeros que partían a guerrear y
tardaban en regresar. Después, los famosos Castillos de la Loire, me rindieron
aún más, si eso era posible, a tan magníficas posibilidades de vida. Los
castillos siempre me han hecho soñar: con sus pasadizos, sus secretos, sus
tortuosas estancias, con sus habitaciones con camas dorsel y grandes chimeneas,
donde podía sentir el frío en invierno y su frescor en verano, debido al grosor
de sus muros. Castillos que no palacios. Castillos regios, serios, austeros y
de grandes piedras, con sus torres y sus almenas desde las que poder ver a
quien se aproximara. Y es que para mí un castillo es, sentirme protegida,
aislada, rodeada de grandes muros que me dan la sensación de fortaleza, y
siempre en lo alto de una loma.
Cuando la otra tarde me
enviaron la foto que acompaña este texto, porque en un paseo por la valenciana
playa de las Arenas estaban en plena construcción y llamó la atención de mi
amiga, no pude por menos que sumergirme una vez más en su estampa y dejarme
llevar por la sensación que me proporcionan de “retorno al pasado”.
Beatriz Salas
Hola Beatriz, me ha encantado este relato sobre los castillos que te atrapa tanto y me identifico contigo, ese pensar en tiempos pasados imaginando los que vivieron un día entre esos muros.
ResponderEliminarBesos.
yo lo que extraño son los audios con esa voz maravillosa! que fué para lo que se creó este blog!!
ResponderEliminarVerdaderas obras de arte... Abrazos
ResponderEliminarAhora ya sé por que siempre me has parecido una dulce y bella princesa,
ResponderEliminar¡Feliz fin de semana!
Besos .
Cada día me sorprendes más, que relato mas bonito, seguro que narrado con tu maravillosa voz nos va a deleitar mucho más así que a ver si ese catarro se cura de una vez y volvemos a disfrutarte.eres genial princesita
ResponderEliminarSe echa de menos tu voz, aunque las reflexiones se agradecen.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
Buenas noches amiga Beatriz: Preciosa historia, pero sin duda alguna,escuchada de tu voz seguro que se enriquecería aún más.
ResponderEliminarBesos desde
LAS COSITAS DEL RINCON DE DOLORES
Querida Beatriz, excelente escrito narrado con gran habilitad y pleno de recuerdos. Te felicito, amiga, eres una preciosa reina de la vida.
ResponderEliminarBesos. Rosa.
HOLA BEATRIZ, BELLOS RECUERDOS
ResponderEliminarABRAZO
Bellos recuerdos, precioso texto Batriz!
ResponderEliminarUn beso grande y lindo finde!
Precioso escrito,tan bien descrito que al leerlo lo vives y en tu voz seguro que a soñar invitara. Un fuerte abrazo que te mejores querida amiga.
ResponderEliminarMe gustaría están en el interior de estos artistas efímeros, ¿son conscientes de que lo que hacen es arte?.
ResponderEliminarUn saludo
He visto muchos castillos y otras construcciones efímeras en la arena de la playa, últimamente algunos lo hacen a cambio de unas monedas. Y siempre me hacen sentir mi incapacidad para hacer un trabajo de esa envergadura donde encerrar esos sueños, esas historias leídas o vistas en el cine. Pero así es la vida: cada uno con sus capacidades.
ResponderEliminarUn abrazo
gracias por seguirme
ResponderEliminarMe encanto descubrirte
Feliz y creativa semana
Hola Beatriz, ¡cuanto tiempo! Me alegra leerte y este escrito de nostalgias y amores me gusta mucho
ResponderEliminarUn abrazo grande mi niña
Bonito castillo...gratos recuerdos!
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Ramón.