Mi padre

Hoy he pensando que nunca he escrito una carta a mi padre y sin embargo son muchas las veces que hago homenajes a madres y padres de otras personas. Aunque no debería ser hoy  que se celebra el día del padre sino cualquier otro día, me apetece y quiero dedicarle unas líneas.

Desde que tengo recuerdos, mi padre era el eje de la casa, un hombre que lo sabía todo, preguntaras lo que preguntaras; sabía arreglar cualquier cosa que se rompía en casa y a la velocidad del rayo. Nunca dejaba nada para mañana. Era alto y guapo, con unos ojos azules que me encantaban. Mi padre me daba miedo aunque no sé muy bien a qué sería debido porque nunca me pegaba y como no gritaba ni decía palabrotas ni se ponía nervioso al hablar… sería respeto, sí, eso es, le tenía tanto respeto que mi admiración no tenía límite. Tenía una moto y era el momento donde yo lo pasaba mejor y peor. Mejor porque iba detrás de él, abrazadita y mi madre en el sidecar. Como recorríamos muchos kilómetros el abrazo era “enormeee” y peor porque se me hacía muy largo hasta que llegábamos a Málaga desde Madrid. A mi padre le gustaba el fútbol, más que nada en el mundo, porque ni fumaba ni bebía y no era de salir. Siempre que recuerdo tenía un libro en las manos o un periódico y no ha dejado de leer.

Un día me hice mayor y mi padre ya no era tan alto, ni me daba nada de miedo y empezó a confiar en mí, a preguntarme muchas cosas y a tener juntos conversaciones de adultos que me hicieron sentir importante y muy feliz. Mi padre siempre que le necesitaba me ayudaba económicamente, y aún ahora. No recuerdo un “no puedo” nunca. 
A mi padre le encantaba viajar y a recorrido medio mundo.Incluso hicimos juntos un largo viaje de trabajo a USA y nos lo pasamos genial!

Ahora yo soy muy adulta y el envejece sin remedio. Ahora mi padre es bajito, con unos maravillosos ojos azules que se enternecen y a veces lloran. Sigue arreglando todo lo que encuentra posible de ser “Salvado”·  Ahora mi padre es como “mi niño” y me encanta abrazarle y besarle aunque él se ruboriza mientras lo acepta con estoicidad. Le llamo casi a diario y soy feliz cuando le escucho tranquilo y contento viviendo con mi hermano y su familia, que es donde ha elegido vivir.

Adoro a mi padre y hoy quería contaros cómo le quiero.

Beatriz Salas