De nuevo cómodamente sentada
en un “Café”, uno de esos cafés de franquicia que no sabes ni en que ciudad
estás porque son todos iguales. Le gustaba el ambiente tranquilo que se
respiraba esa mañana. Se sentía como en casa porque había sofás aquí y allí lo que
daba al entorno una forma más familiar y agradable. Entró porque la mesa
pequeña situada junto a los ventanales estaba libre y pensó que quería escribir
en su libreta mientras miraba distraídamente a los viandantes. Estaba a gusto en
ese sofá amplio y además, ese día se había levantado de buen humor dando
gracias a que no llovía y podría pasear sin prisas por el centro mirando
escaparates. Ese era el plan y parecía que nada podría alterar su sereno estado
de ánimo.
”… y no pienso en nada en
concreto, divago en una espera que no espera nada –escribía- mientras con ambas
manos, de vez en cuando tomaba su gran taza de té y lo bebía despacio,
saboreándolo”.
Había poca gente por la calle
pero le hizo gracia observar a un distraído, abstraído en un plano que a todas
luces no le centraba. No le dio importancia y sonriendo volvió a su cuaderno, a
su pluma que se deslizaba sobre el papel transcribiendo sus sentires.
“… soy una persona satisfecha
con la vida que me ha tocado vivir, arropada por una especie de ángel que me
guía y ayuda cada día, y doy fe de ello…” Parecía que una mano guiara sus dedos
que suavemente escribían sin pausa. En un levantar la cabeza mirando sin ver
por los cristales una especie de brisa le hizo volverse, sin saber por qué,
incapaz de controlar la sensación. En la barra, atolondrado, con el mapa a
medio plegar, él se apoyaba explicando lo que quería y con sus ojos buscaba
donde ubicarse. Repetidamente miraba hacía su rincón, hacía su nuca casi
despeinada, como esperando su giro, su mirada y cuando sucedió, fueron segundos
o quizás se prolongó más el cruce de miradas, pero entre ambos una chispa hizo
que todo lo demás desapareciera y a cámara lenta se unieran y se hablaran a
susurros. Nada parecía ya ser real; la música ambiente cambió de ritmo y una
voz femenina empezó a rodear y abrazar sensualmente el escenario creado.
No tuvieron que decir nada, él
cogió su taza y avanzo hasta sentarse a su lado, con total naturalidad y sin
apartar sus ojos de ese rostro que cada vez parecía más conocido. Cómo era
posible que la mirada tan transparente, tan llena de sentido, tan cercana se
perdiera en la suya con la misma intensidad. Al sentarse se rozaron, no había
mucho sitio, sus manos se presentaron y ya nada pudo evitar que sus dedos se
pasearan unos con otros.
No podía dejar de imaginar lo
que sería acercar sus labios y esperar paciente a que juntos se conocieran.
Ella tuvo que abrazarse para calmar sus sensaciones y torpemente, sin saber muy
bien como continuar el encuentro le susurro al oído ¿Vamos?
Beatriz Salas
Qué hermosura!...Al leerte me vi inmersa en esa situación que describe la hablante, y llegué a sentir toda esa sensualidad y atracción irresistible que se siente en una situación así, tan fantástica para la razón, pero ta real para el corazón...
ResponderEliminarAmiga querida,ha sido un verdadero placer.
Me voy encantada.
MIL BESOS!
Que romántica historia Beatriz! Me ha encantado. Gracias por seguir aquí, besitos!!!!
ResponderEliminarY el responde, vamos desapareciendo por la puerta giratoria de la cafetería mientras algunas miradas se clavaban en las espalda de la pareja .
ResponderEliminarUn abrazo.
Hermoso Beatriz, cómo todo lo qué haces y escribes, te quiero mucho y te miro en la foto de tu perfil y desearía abrazarte fuerte y darte las gracias por tanto amor que derramás. Dios te bendiga, te guarde y qué siempre bendiga nuestra amistad que aunque a la distancia, pero nuestros corazones están unidos desde aquel día que me escribiste por primera vez y llenaste mi corazón con tus cálidas palabras. Yo no me olvido de personas así y por eso te doy las gracias y le pido a Dios que te recompence por tanto cariño. Te llevo en mis oraciones siempre. Besos desde Argentina: Tere
ResponderEliminarMaravillosooo, cada día te superas más,,,,,,siguiente capitulo?
ResponderEliminarDice la protagonista de tu magnífico relato: " y no pienso en nada en concreto, divago en una espera que no espera nada..." Hay quien se desespera desando cosas muy concretas que nunca llegan. Como si el hecho de ese deseo tan intenso en vez de atraerlas, las alejara. Pero, curiosamente, las mejores cosas llegan sin llamarlas; cuando uno mantiene la esperanza, cuando uno espera sin esperar nada en concreto...
ResponderEliminarUn fuerte y cálido abrazo entre aromas de azúcar y canela, de torrijas y pestiños. En este caso, pestiños de los gordos, que dicen en Cabra...
Hermoso encuentro, un dulce relato, es estar, aquí, allí, en cualquier sitio, donde la magia fluya.
ResponderEliminarGracias Beatriz!
Que bonito Beatriz ya estoy esperando tu siguiente entrada1 y eso que no tienes que ver nada con la gastronomía, pero me encanta leerte...
ResponderEliminarBesos
Llevo tantooo tiempo perdida....y hoy entro en tú blog...y me encuentro que eres túuuuuuuu la que escribessssss jajajjajjajajja.Me encantaaaaa, como todo lo que haces,me gusta tu nuevo blog, me gusta como escribes y lo que cuentas!!!Como te va niña preciosa???hace tantooo que no se de tí...crei que habías cerrado el blog y yo solo subo cosas y no hago visitas...entre unas cosas y las otras...no puedo y me da muuucha pena no saber nada de todos vosotros.Te mando cientosssss de besitossss y espero no se como...pero esperoooo poder entrar de cuando en cuandoooo.
ResponderEliminarHay mucha sensualidad en este texto, Beatriz. Un texto sugerente, picarón y cuasi erótico por donde lo mires.
ResponderEliminarUn abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
"No tuvieron que decirse nada, eso es Magia, o Milagro, o Brujería de la Buena y, además compartida.
ResponderEliminarABRAZOS LAURA ORORBIA
http://enfugayremolino.blogspot.com.ar/
Historia de amor, piel y sentimientos.
ResponderEliminarPreciosa historia Beatriz...eres toda una artista con todo lo que te pones, abrazos alicantinos Pilar
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