La lagrimita de Lola
Resumen:
Lola, con su vestidito de
lunares negros, vivía feliz, comía sano y leía en alto.
Nuno, el malo de este
cuento, casi consigue echarla de su habitat.
Lola sorprendió a todos
encontrando la solución.
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Este cuento nos habla de
una pequeña mariquita, vestida con un traje de lunares negros, que vive en el
bosque, en un nidito abandonado, en lo alto de un árbol.
Lo que más le gusta es
comer verduras, legumbres y leer en lo alto. Se llama Lola.
A Lola le gusta también
cultivar su comida, mucha variedad; es experta en conseguir diversidad y
calidad en sus verduras y legumbres. Es también su trabajo diario, al que mima
con cuidado y quiere mucho. Cuando ha recolectado lo vende a buen precio a sus
vecinos y todos están sanos y saben comer bien.
Una tarde, inesperadamente,
un denso humo, de fuerte olor, llegó envolviéndolo todo. Provenía de una enorme
máquina, que llamaremos tanque porque era muy parecida a un tanque de guerra
pero más grande aún, que conmocionó a todo el bosque y a sus habitantes.
Dentro de la gran máquina
estaba Nuno, un gran animal redondo con cabeza de perro y cuerpo de gorrino. Su
tanque era brillante y aunque pesaba mucho, se deslizaba de manera muy fácil,
porque tenía un potente motor insonoro.
Para gran susto de Lola, en
menos de unos minutos, todo su espacio quedó arrasado, plano, liso. Menos mal
que Lola fue ágil y pudo salvarse, porque voló de hoja en hoja hasta un árbol
centenario que había muy cerca, y allí él supo esconderla entre su corteza.
De un plumazo ni casa ni
cultivos ni flores ni libros! Nada.
La nada más absoluta. La nada tras el humo.
Mientras, Nuno reía y
aplaudía porque había barrido de una sola pasada todo el terreno que necesitaba
y que tenía previsto para su nueva plantación de algodón.
Lola estaba tan asustada,
tan triste y tan asombrada que comenzó a llorar. Una tímida, solitaria y
pequeña lagrimita apareció deslizándose por su carita.
Era una lágrima brillante,
llena de vida, que al caer y rozar el suelo “se abrió”, como un cascarón, y en
su centro Lola pudo sentarse, acomodarse y salir surcando el cielo para volar
buscando ayuda. Su prioridad era recuperar la zona, que era su hogar para ella
y para sus vecinos
Aún no sabía dónde
dirigirse, mas tenía una idea clara: algo iba a hacer y tenía por seguro que lo
iba a conseguir.
Su lagrimita era tan mágica
y tan llena de luz que servía de foco a los que la veían pasar. En su huida fue
acercándose a un estanque para terminar posándose sobre un nenúfar.
Al mirar a su alrededor se
topó con un sapo grande y feo, de enormes ojos saltones. Lola, en su búsqueda,
no le tuvo ningún miedo y le saludó. Se llamaba Bruno, le dijo él, y cuando
supo de sus problemas, le sugirió acompañarla para ofrecerle su ayuda. Lola la
mariquita, no lo dudo y le dejó sitio en su lágrima para volar juntos buscando
la solución.
Bruno estaba agradecido por
su confianza y decidió ofrecerle su cinturón mágico, no sin antes explicarle
que para contar con las propiedades del cinturón tendría que pasar por una
prueba.
Y es que el cinturón era
tan mágico que podía levantar cualquier peso cuando estuviera activado.
Bruno sabía que no muy
lejos había un hospital de niños con enfermedades graves que nunca sonreían y
en eso iba a consistir la prueba: conseguir la sonrisa de felicidad de 10 de
los niños allí ingresados.
Llegaron sin dificultad al
hospital infantil y Lola se acercó a las ventanas que se iluminaron con el
resplandor de su lágrima, y se dispuso a bailar, a contar cuentos, a leer y
hacer felices a los niños para que sonrieran.
Inesperadamente apareció
Don Pepe, el guardián de las sonrisas infantiles, y cerró de golpe todas las
persianas del edificio.
Lola no podía entender
tanta maldad.
Cerquita estaba una pequeña
hormiga que se acercó presurosa a ayudar a Lola. Le contó que había una llave
maestra que abría en un zas todas las persianas del edificio, escondida en un
rincón del fondo de la piscina del hospital.
Tan solo había un problema:
tendría que cruzar la piscina y bucear hasta el fondo, para llegar al desagüe
donde se escondía la llave maestra.
Pero ¿Cómo podría Lola
llegar hasta allí, sin morir ahogada?
Empezó a mirar el cinturón
que se convertiría en mágico si conseguía superar la prueba y observó que tenía
un pequeño bolsillito en un lateral. Decidieron meterse en su interior,
convirtiéndolo en un pequeño submarino ¡Qué gran idea! Tardaron un buen rato en
llegar a la rejilla del desagüe, porque eran muy pequeños y la piscina muy
grande pero resultó más fácil de lo que pensaron y pudieron conseguir su
objetivo y llegar al desagüe. De un plumazo el cinturón se cargó de poder. Recordad
que la propiedad del cinturón, una vez activado, era que podía levantar mucho
peso, y la llave pesaba mucho.
Una vez la llave en mano,
la pasaron por el cinturón y volvieron a la superficie. Cuando la hicieron
girar en su cerradura...
Las persianas se abrieron
todas a la vez y los niños se sintieron tan felices de volverla a ver que todos
sonrieron felices por volver a ver a la mariquita superando su prueba.
Lola se despidió de todos
ellos y voló feliz de regreso a su habitad, donde consiguió levantar la gran
mole maligna culpable de los destrozos. Lo hizo con tanto ímpetu y fuerza que
la gran máquina, con Nuno dentro, salió por los aires fuera de nuestra
atmósfera.
A Lola le supuso mucho esfuerzo
recuperar sus cultivos pero nada podía detenerla porque su voluntad y sobre
todo su corazón nunca dudaron de su triunfo.
Lola limpió la tierra, la
aireó y sacó su bolsita de semillas para volver a plantar sus verduras y
legumbres, que florecieron de maravilla.
Al cabo de un año, casi
todo había vuelto a la normalidad.
En noches de luna llena, si
te fijas bien, podrás ver en un ladito de la cara de la luna un enorme tanque
brillante que aburrido y lleno de semillas muertas, mira a la tierra
arrepentido de haber sembrado la destrucción por su avaricia y falta de escrúpulos.
Beatriz Salas Escarpa
Cuando los egoístas no
entiendes más que de su propio provecho, la realidad puede superar a la ficción
y las personas buenas siempre encontrarán motivos y fuerza para superar la
destrucción de la mala intención.