"Beatriz Salas Escarpa ... A mi manera" - Creé este blog pensando en poner voz a los escritos de muchas personas que en la red reflejaban sus textos. También escribo pequeños relatos que quise compartir con todos vosotros. Tras varios años de andadura, actualmente ha habido cambios muy significativos porque la empresa donde se colocaban las grabaciones dejó de existir y todo el trabajo realizado se ha perdido. Queda el bello recuerdo y las letras de los autores, a todos ellos GRACIAS.
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martes, 20 de noviembre de 2012
Un adios, por el momento.
Queridos amigos
esto no es una despedida pero si un adios, por el momento.
La vida da muchas vueltas y ahora mismo toca pararse.
Os agradezco de todo corazon tanto como me habeis dado y espero regresar algun dia con mas fuerza.
Abrazos para todos y todo mi sincero .
Beatriz Salas
lunes, 12 de noviembre de 2012
La margarita
Una simple margarita de
camomile me enternece y me hace sonreír. ¿Memorías de infancia? Y es que aún recuerdo mis correrías por
Guarda, un pequeño pueblo portugués donde viví 5 años de mi infancia, cuando
las recogía y agrupaba en pequeños ramilletes que luego colocaba donde
jugábamos a las casitas o mejor dicho a los castillos, porque eso parecían y en
ellos soñábamos (largas rocas de granito que conforman la orografía de los
alrededores de la sierra de la Estrella). Cualquier cosas nos servía para
aparentar que era “nuestra casa” y nunca faltaba ese ramo de flores que ha
hacía parecer, acogedora, decorada, más nuestra.
Me gustan las flores, no
los ramos por muy maravillosos que sean, aunque a veces te alegran y emocionan
y son parte de esta forma de vida social a la que pertenecemos. Y sobre todo, me
encantan los campos floridos. Me
proporcionan una sensación especial que me
penetra cuando me paro y me adentro en sus colores, en sus formas, en la magia
de sus composiciones. Algo al contemplarlos me dice que la vida es un poco eso,
el color, las flores, los tonos, la delicada inclinación por su peso, el grupo
organizado y en perfecta armonía, la vida que componen y también, como no, las
malas hierbas que intentan arrasarlas invadiéndolas, que se alzan orgullosas y
sin control y que si no encuentran una mano amiga de las flores que las
arranque y las aleje, terminarán cubriéndolas.
Entre todas las flores
tengo predilección por las margaritas y de ahí por las Gerberas -como veréis,
son el fondo de mi blog- a las que considero sus hermanas mayores aunque ya
hayan perdido la sencillez de la pequeña margarita y es que solo una margarita
puede reflejar lo que yo entiendo por belleza sin clases. Su luz, su combinación
de colores, ese centro tan amarillo y esos pétalos tan iguales, tan en orden y
tan blancos. Una margarita es mágica, está llena de vida y es una fuente
inagotable de bienestar en mi vida.
No me gusta deshojarlas,
ese ritual me parece ridículo y consigue quitarle poco a poco la vida y el
sentido a mi flor favorita.
Me gustan como corona
para el pelo, como única en un pequeño jarroncito cerca de mi zona de trabajo; cuando
un niño la recoge para, al dármela, hacerme sentir que le importo y quiere ver
mi sonrisa sincera, me encantan como parterres llenos de calidez y puedo decir
que en un día muy especial en mi vida, de improvisto, en una zona que no
esperaba, surgieron bordeando el camino para agasajarme y hacerme una vez
sentirme plena y querida.
Beatriz Salas
viernes, 9 de noviembre de 2012
LA PUERTA
Lana era una persona
diferente, una mujer disconforme con el mundo, de la que aprendí muchas cosas. Casi
sin darme cuenta, a base de sorpresas en frases de todo tipo, me tenía
pendiente admirándola, escuchando sus retahílas, sus provocadoras opiniones y
puntos de vista. Por ejemplo, me peleaba por querer ayudar, me decía que quien
ayuda a otro le cambia el destino -idea que nunca pude compartir-. Yo la
miraba tan atenta como podía, esperando que su mensaje me penetrara y sus metáforas
abrieran alguna grieta en mi condensada y mal administrada mente.
Y es que yo estaba ávida de saber, de tener conocimiento, cultura.
Adoraba encontrarla y dejar que hablara y contara; todo me parecía poco. Ya he dicho alguna vez que fui lectora compulsiva aunque desgraciadamente mal dirigida, tan solo las provisiones de las librería en los salones de amigas -la mayoría novela-, me proveían de mis tan ansiados tochos porque me desesperaban los libros de pocas hojas, que se terminaban en un plis plas!
Y es que yo estaba ávida de saber, de tener conocimiento, cultura.
Adoraba encontrarla y dejar que hablara y contara; todo me parecía poco. Ya he dicho alguna vez que fui lectora compulsiva aunque desgraciadamente mal dirigida, tan solo las provisiones de las librería en los salones de amigas -la mayoría novela-, me proveían de mis tan ansiados tochos porque me desesperaban los libros de pocas hojas, que se terminaban en un plis plas!
Bueno, a lo que iba, mi
amiga yugoslabaa, criada en Suecia y experta en digitopuntura, había vivido en China ¿Vaya
mezcla, verdad? Era un ser “venido de otro mundo” y nunca mejor dicho.
Ella… decía
cosas que nunca a nadie había escuchado.
Recuerdo el día que me
hablo del pasillo lleno de puertas.
Aún puedo imaginar la
imagen que se creó en mi mente y cómo entendí y aplaudí la idea que me
regalaba. En efecto, mi vida, y la de todos nosotros, es un largo corredor con
puertas a ambos lados. Esa es la gracia de la idea, que esas entradas están ahí
para ser abiertas, para descubrir qué nos deparan, para sorprendernos, alegrándonos
o dándonos disgustos, siempre presentes y sin que dejen de aparecer a lo largo
de toda nuestra vida. Desde que me lo contó, esa idea a estado siempre presente
y hoy quiero deciros que para mí, todas esas puertas son la esencia de mi vida.
No me canso de abrirlas y cerrarlas -por
ello me llaman loca- y con mi curiosidad, exenta de todo miedo, miro a cada una
con embeleso y me recreo en su color, su forma, esté vieja ajada o recién colocada. Acaricio el pomo y si tienen llave
la tomo y giro, luego, con fuerza unas veces,
con desconfianza otras -las menos- pero con decisión la mayoría, me dejo
sorprender y alegrar, desesperar y frustrar, abrirme paso entre rayos de sol,
neblina u oscuridad, para de nuevo, una vez cerrada, de vuelta al centro del corredor, seguir mi camino recorriendo
con mis ojos sus contornos, buscando sus grietas.
No soy curiosa, eso no,
pero si quiero VIVIR todo lo que pueda y me de tiempo, y desde luego, abriré
todas las que me vayan pareciendo que debo -mejor haber ido y regresar con el
rabo entre las piernas que nunca haberlo intentado- para conseguir hacer que me
sienta como una niña pequeña, ansiosa por hallar nuevos motivos para disfrutar
de la única vida que me ha tocado, la mía.
Beatriz Salas
jueves, 8 de noviembre de 2012
Una tarde sentada bajo un noble árbol
Quizás fue la bobada más grande pero colmó el vaso y me
enfadé. Cuando me pasa eso exploto, como imagino nos pasa a todos, y soy casi imprevisible.
De pequeña, llevada por mi furia incontrolada, cerraba puertas tras de mí con
toda la fuerza de la que era capaz. Actualmente ni lo pienso, salgo de casa lo
más deprisa que puedo, ando y ando sin parar, sin saber a donde voy ni por
cuanto tiempo y de repente me encuentro en medio del campo buscando un árbol. Qué
serenidad, que sentimientos tan puros me hace sentir su sombra. La primera vez
que me pasó, durante el verano, me abracé a él como si por fin encontrara lo
que siempre busqué. Fue una sensación tan extraordinaria y completamente
inesperada que me embriagó. Ya no me importaba nada ni me preocupaba ni amedrentaba,
tan solo saber que estaba segura, más en alma que en cuerpo y que me sentía
volar. Me deje caer entre sus secos restos, recién caídos, que ayudados por la
suave brisa convertían el lugar en una jardincito privado lleno de ternura. Cerré
los ojos, respiré hondo y me sumergí sin prisas en un ensueño de recuerdos
donde retazos de mi vida iban pasando, reviviéndolos como si en ese momento
estuvieran pasando.
No sé cuantas horas estuve así, dejándome acariciar por pequeñas florecillas
que seguían cayendo y me cosquilleaban haciéndome sonreír satisfecha. El sol,
que había estado rozándome entre las hojas, empezó a desplazarse y su ausencia
me hizo reaccionar.
Era tarde, estarían preocupadas y debía regresar.
Abrí los ojos a mi realidad y tranquila y serena, me obligué a volver.
Beatriz Salas
miércoles, 7 de noviembre de 2012
EN TAN SOLO UN MINUTO
Este es mi primer poema publicado. Os lo dedico a todos vosotros.
Beatriz Salas
Beatriz Salas
En tan solo un minuto
puedo cerrar los ojos e
imaginar lo que quiera,
puedo mojarme en plena
tormenta
mientras las gotas de lluvias
resbalan por mi cara lavándola.
En tan solo un minuto
puedo ver tu cara feliz
porque tus deseos se van cumpliendo poco a poco,
puedo oírte como te mueves
por la casa mientras nos ayudas y
haces todo lo que está en tu
mano por complacernos.
En tan solo un minuto
puedo constatar que estas
bien porque llamas contento,
puedo ver como bajas de tu
moto y sonríes con esa sonrisa fresca y agradecida, mientras
nos abrazas y nos dices que nos echas de menos.
En tan solo un minuto
puedo correr tras una
mariposa e imitar sus movimientos.
puedo acariciar a mi Dora y
sentir cómo entorna los ojos
mirándome agradecida y feliz
por sentirme tanto.
En tan solo un minuto
puedo marcar tu teléfono
esperando oír tu tono alegre y tu risa
puedo darte ánimos y sentir
que me entiendes
aprobando mis sencillas
palabras de aliento.
En tan solo un minuto
puedo coger mi coche y salir
corriendo
puedo bajar la ventanilla y sacar el brazo extendido
disfrutando del viento que me
acaricia y refresca.
En tan solo un minuto
puedo cogerte en mis brazos
para susurrarte despacito
puedo mirarte impaciente
esperando que hagas el enanito
que tanto me gusta y tan feliz
me hace.
En tan solo un minuto
puedo sentirme sola y
tranquila
puedo sentir cómo me quieres
y
conviertes mis días en saber
que ya nada me falta.
En tan solo un minuto
puedo percibir como mi vida
pasa veloz, como siempre lo ha sido.
Puedo hacer una maleta y
deshacerla,
puedo convertir un futuro
incierto en una realidad llena de magia
donde la esperanza y la
tranquilidad reinen y me apacigüen.
Autora: Beatriz Salas
martes, 6 de noviembre de 2012
El mar, la mar
Me han
pedido que hable de lo que para mí significa “el mar” y me he sentado dispuesta
a dejar que mis dedos y mi mente se alíen y plasmen algo de lo que llevo dentro
y que quiero clarificar, incluso para mí misma.
Mi
primer referente del mar fueron las playas de Aguadulce (Almería) porque mi
padre era un loco del litoral y nos llevaba todos los veranos allí a veranear y
de paso, a pasar el mes de vacaciones cerca de mi tía Beatriz y una semana
visitando a la familia de Málaga. Para mí ir a la playa era calorcito, bucear,
jugar. No veía más allá. Por la pasión paterna con 13 años recalamos en
Valencia donde vivimos unos 10 años y no por eso dejamos de ir a la playa cada
verano, primero El Perelló y luego Puebla de Farnals. Sin embargo, no puedo
imaginarme mirando en la lejanía con otro sentimiento que el de curiosidad, y
sí me centraba en recorrer su orilla, en su arena, en lo que podía recoger,
encontrar caracolillas era como recibir regalos que me hacían sentir bien. Y
llegué al sur de Tenerife y su mar me hizo consciente de su grandeza, de su
intensidad y sobre todo de sus atardeceres. Primero pasé unos años como
buceadora recorriéndolo por dentro y puedo decir que eso me apasionaba.
Fueron
muchos años al borde del fin y la sensación de lejanía que daba confundido con
el horizonte. Vislumbrar la isla de La Gomera cada tarde, calmaba mi alma, me
daba belleza continua y me hacía sentir bienestar.
Embarazada,
paseaba por la arena y, una vez más, recogía caracolas con las que en una
ocasión completé el contorno de un espejo con un resultado que me dio mucha
satisfacción y me tuvo cercana en su recuerdo cuando marché a vivir tierra
adentro.
No sé
en qué momento dejé de querer nadar, bucear, sumergirme y pasaron años hasta
que en una playa de la costa granadina, la playa de Cantarriján, en unas
circunstancias especiales, logré pasar un buen rato “a solas”, dejándome mecer
y desplazar, sin tener sensación de agobio ni cansarme de permanecer en ese
estado casi catatónico en el que me encontraba. Ese día recuperé las ganas por
nadar.
No
puedo decir que me gusta o me disgusta estar cerca del mar. No necesito su
cercanía, no me hace falta ni lo echo de menos.
Y no sé
el por qué, me lo he preguntado muchas veces… Lo que sí puedo afirmar es que
necesito mucho más el verdor de prados y los contornos del norte, mucho más que
ese inmenso azul que ni embravecido me habla o me llama… Ese mar, la mar.
Beatriz
Salas
lunes, 5 de noviembre de 2012
El Hada de las palabras
Desde chiquitita, cuando
tenía que pedir un deseo, visualizaba a una anciana de cara bondadosa, vestida con
colores pastel, volando como en el cuento de “La bella durmiente”, y en ella,
pensándola con los ojos bien cerrados, me concentraba para que me oyera y
amparara.
En mi trayectoria de vida,
han sido muchas las ocasiones en las que, visualizando a “mi Hada”, he creído
que su poder me arroparía. Es desde que tengo el blog, que siento que son
muchas las personas que como “Hadas” me rodean con sus brazos y me hacen sentir
todo tipo de sensaciones maravillosas a través de los escritos en sus blogs (a
los que irremediablemente leo en alto mientras grabo para hacerles mi
particular homenaje agradecido) y sobre todo en sus comentarios en los que se
implican directamente y me rozan con sus dedos llenos de ternura.
He descubierto que, como
lectora compulsiva que era, el mundo bloguero me ha dado muchos regalos en
pequeñas dosis y cada vez que descubro un blog “de los que me gustan” el Hada
de las palabras vuela cerquita y me arropa con sus maravillosas maneras de
transmitir, en muchas ocasiones sensaciones que llevo dentro y ni lo sabía o en
otras pone palabras a lo que yo sé que soy o pienso.
Sin duda, uno de los
regalos de mi vida ha sido tener y compartir un blog en el que, gracias a todos
soy feliz y cada día me dejo sorprender por vosotros y vuestra “magia de Hada de
las palabras”.
Beatriz Salas
domingo, 4 de noviembre de 2012
A propósito de la amistad
Nunca el tema estuvo más
en la boca de todos. Cada día, en cualquier lectura, conversación, reflexión se
habla, se cuestiona, se pregunta ¿Qué es la amistad? O mejor ¿Qué entiende cada
persona por ese concepto? Al parecer, todos creemos saberlo, entenderlo,
sentirlo pero ya nadie cree en lo que realmente significa porque se ha
desnaturalizado, deshumanizado y ha perdido su esencia tan necesaria para vivir.
El otro día hice mi
reflexión a propósito de “la soledad” y hoy me doy cuenta que es parte del
proceso de esa, para mí enfermedad actual “la soledad”, que está en el que ya no
creamos en la amistad, en que nos hayan fallado tantas veces, en la vulgaridad
en que se ha convertido el concepto que tan lejano sentimos y en el que ya no
confiamos para apoyarnos y sentirnos seguros, al menos con los amigos y menos
solos. Sí, esos que nos decían que eran mejores que la familia porque a ellos
los elegíamos y podíamos sentirnos seguros; A resultas de lo cual, dejamos de
creer en los seres más cercanos, en los que nos fallaban y no nos daban lo que
tanto necesitábamos y que, y ahora nos damos cuenta, siempre están aunque haya
pasado “de todo”, por obligación o por devoción.
Amigos, la amistad está
en crisis como lo está nuestra sociedad. Ya nada es como antes, ya no hay que
fiarse de nadie, ya nadie se cree a nadie porque los valores se han perdido. Yo
acostumbro a decir una frase que me gusta y en la que creo “Yo soy de la vieja
escuela” y todos me entienden. Por supuesto que puedo fallar, estoy en el mismo
mundo que los demás pero en mí permanecen claros los conceptos y sé
perfectamente qué quieren decir para mí. Habrá mucha gente que se ría porque a mi vez les haya
fallado, mas os aseguro que habrán sido mis circunstancias puntuales pero nunca
por “vender a un amigo”.
Os aseguro que mi día a
día está presente el cuidar a los que tengo cerca y lo están pasando mal y que
en mi corazón llevo a tantas y tantas personas que han marcado mi existencia
que me han hecho bien y me han ayudado en múltiples ocasiones y que “no
olvido”. Muchas de ellas son "mi tesoro" y de vez en cuando asoman la patita y me hacen "muy felizzzzzz". Tampoco olvido las traiciones, que he perdonado pero que han
hecho su mella y que han ido dinamitando mi confianza en los demás.
No me gusta el comentario
destructivo y carente de valor que tanto daño hace, no acepto la venganza ni la
revancha y sobre todo “quiero hacer a los demás lo que me gustaría que me
hicieran a mí”.
Apuesto por que entre
todos nos volvamos más comprensivos, menos egoístas y más honrados, que sepamos
defenderlos y no venderlos, solo así volveremos a ser amigos de nuestros amigos
y a darles eso que tanto necesitan, necesitamos, sin abandonos: “Confianza en
nosotros mismos”.
Beatriz Salas
Beatriz Salas
jueves, 1 de noviembre de 2012
Rosa Mª Villalta Ballester - Poema: Antes de que el tiempo acabe
Queridos amigos,
hoy, una poeta muy admirada y querida me ha dedicado un poema tan tierno y bello que antes de poder grabarlo quiero compartirlo con todos vosotros.
Mi cariño y agradecimiento a Rosa María Villalta por su delicadeza y su bella manera de estar siempre cerca.
Gracias, querida amiga, te llevo en mi corazón siempre.
Antes de que el tiempo acabe
Antes de que el tiempo acabe,
quiero dejarte una de mis sonrisas,
una dulce y delicada palabra escrita,
una suave y tierna caricia con vida.
Antes de que el tiempo acabe,
quiero ilusionarte con mi compañía,
con la mirada hacia tí que no te olvida,
con el susurro del cariño y energía.
Antes de que el tiempo acabe,
quiero felicitarte por ser mi amiga,
por estar a mi lado cada uno de mis días,
por sentir mi piel en la tuya no siendo mía.
Antes de que el tiempo acabe,
quiero dedicarte mi tiempo y melodía,
el son de la sinceridad y la paz divina,
el placer de la esperanza y mi día a día.
Antes de que el tiempo acabe,
quiero regalarte algo que en mí habita,
algo que no puede esperar salir sin dicha,
algo que acompaña el amor y fe divina.
Antes de que el tiempo acabe,
quiero mis manos junto a las tuyas vivas,
quiero entrelazarlas para sentirnos unidas,
quiero ... quiero sobre todo tu alegría.
Antes de que el tiempo acabe,
quiero enseñarte que tu corazón en mí habita,
que no te olvido jamás aunque el tiempo siga,
que el amor y el cariño siempre son mi guía.
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