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sábado, 30 de marzo de 2013

El adiós



Tenía que irse, ya no había marcha atrás y por eso, 
ante la impotencia del momento, 
no podía dejar de sentir que perdía lo mejor de su vida. 
El tren inició su marcha... lenta, como si quisiera retrasar el momento del definitivo adiós, 
y ella no podía dejar de mirar su silueta allí arriba, inmóvil, 
sobre ese pequeño puente que le permitía confirmar que se perdían. 
No podían mirarse a los ojos, la distancia era mucha, cada vez más, 
sin embargo conocían a la perfección la reacción mutua y las lágrimas 
que sin remedio caían por sus mejillas. ¿Cómo habían llegado a esto? 
El silencio era cada vez más intenso, más solitario y la pena 
y decepción nublaron cualquier atisbo de cordura. 

 El tren fue cogiendo velocidad, haciendo que el paisaje 
se convirtiera en un mero espectador, 
en una cinta animada en colores de cine mudo. 
 ¿Y ahora? –Se preguntaba- 
 Sobrevivir; seguir haciendo que los días tuvieran algún motivo de estímulo 
para poder pasar página cuanto antes. 
¿Pasar página? 
 ¿Y qué se hacía con todo lo vivido, con los recuerdos acumulados 
como preciosos tesoros de los que no podría desprenderse nunca? 
¿Cómo cerrar la cajita de los deseos, de los anhelos, 
del contacto de sus manos cuando quieren hablar a borbotones 
o despacito para que se entiendan mejor? 
 Su mente era un remolino de contradicciones, de preguntas sin respuesta.
 “Y su boca cuando se pierde por doquier, reservando sorpresas, 
haciendo que me entregue y me sumerja en el mejor mundo imaginado de sensaciones. 
Es tan fuerte el recuerdo que no necesito ni sentirlo en directo 
porque lo llevo impreso en cada centímetro de mi piel; 
el roce de sus manos, sus labios tibios buscado los míos mientras mi mente, 
como si de una meditación se tratara, 
se vacía para llenarse solo de lo que me hace sentir”. 
Sus labios empezaron a susurrar como hablándole al oído: 
“Nadie como tú para hacerme encontrar mi otro yo de entrega y abandono a tu abrazo y deseo. 
 No hay frase que me guste más que cuando me preguntas al acercarte en la cama: 
¿Dónde vas tan vestida? 
Y es que se necesita, como preparándonos para degustar un manjar, 
el roce de la piel, el correteo de los dedos, 
el sentimiento mutuo de total placer compartido. 
Hay otra frase, esta vez mía, que resume el instante: 
"Ahora ya puedo morir tranquila, ya he rozado el paraíso". 
 Ya no sé ni donde estoy, perdida como me hallo entre sus brazos... 

¿Pero qué estación es esta? –reaccionó preocupada- 
¡Me pasé! Hace un buen rato que debería haber hecho transbordo... 
Sonrió melancólica y llena de sensaciones pensando: 
“Así tendré más tiempo para el recuerdo, 
no hay prisa por llegar a recomponer mi vida, en este viaje, 
sigo abrazada y llena de amor 
mientras otro tren me devuelve y mi vida se detiene”.

 Beatriz Salas

jueves, 28 de marzo de 2013

El primer encuentro




De nuevo cómodamente sentada en un “Café”, uno de esos cafés de franquicia que no sabes ni en que ciudad estás porque son todos iguales. Le gustaba el ambiente tranquilo que se respiraba esa mañana. Se sentía como en casa porque había sofás aquí y allí lo que daba al entorno una forma más familiar y agradable. Entró porque la mesa pequeña situada junto a los ventanales estaba libre y pensó que quería escribir en su libreta mientras miraba distraídamente a los viandantes. Estaba a gusto en ese sofá amplio y además, ese día se había levantado de buen humor dando gracias a que no llovía y podría pasear sin prisas por el centro mirando escaparates. Ese era el plan y parecía que nada podría alterar su sereno estado de ánimo.
”… y no pienso en nada en concreto, divago en una espera que no espera nada –escribía- mientras con ambas manos, de vez en cuando tomaba su gran taza de té y lo bebía despacio, saboreándolo”.
Había poca gente por la calle pero le hizo gracia observar a un distraído, abstraído en un plano que a todas luces no le centraba. No le dio importancia y sonriendo volvió a su cuaderno, a su pluma que se deslizaba sobre el papel transcribiendo sus sentires.
“… soy una persona satisfecha con la vida que me ha tocado vivir, arropada por una especie de ángel que me guía y ayuda cada día, y doy fe de ello…” Parecía que una mano guiara sus dedos que suavemente escribían sin pausa. En un levantar la cabeza mirando sin ver por los cristales una especie de brisa le hizo volverse, sin saber por qué, incapaz de controlar la sensación. En la barra, atolondrado, con el mapa a medio plegar, él se apoyaba explicando lo que quería y con sus ojos buscaba donde ubicarse. Repetidamente miraba hacía su rincón, hacía su nuca casi despeinada, como esperando su giro, su mirada y cuando sucedió, fueron segundos o quizás se prolongó más el cruce de miradas, pero entre ambos una chispa hizo que todo lo demás desapareciera y a cámara lenta se unieran y se hablaran a susurros. Nada parecía ya ser real; la música ambiente cambió de ritmo y una voz femenina empezó a rodear y abrazar sensualmente el escenario creado.
No tuvieron que decir nada, él cogió su taza y avanzo hasta sentarse a su lado, con total naturalidad y sin apartar sus ojos de ese rostro que cada vez parecía más conocido. Cómo era posible que la mirada tan transparente, tan llena de sentido, tan cercana se perdiera en la suya con la misma intensidad. Al sentarse se rozaron, no había mucho sitio, sus manos se presentaron y ya nada pudo evitar que sus dedos se pasearan unos con otros.
No podía dejar de imaginar lo que sería acercar sus labios y esperar paciente a que juntos se conocieran. Ella tuvo que abrazarse para calmar sus sensaciones y torpemente, sin saber muy bien como continuar el encuentro le susurro al oído ¿Vamos?

Beatriz Salas

miércoles, 27 de marzo de 2013

IMÁGENES DE TODA UNA VIDA





Cuando echo la mente atrás tengo una serie de imágenes fijas que recurrentemente forman parte de mis recuerdos. Hoy, al despertar y sentir la necesidad de escribir he entrado a Internet y me ha sorprendido la nueva reflexión de mi querida amiga Rosa Mª Villalta: “Desierto”.
Cuántas veces veo yo algo parecido…?
Desde hace muchos, muchísimos años, mi manera de enfocar mis dudas es siempre la misma: Un cruce de caminos en medio de la nada, de un desierto americano (fruto de alguna película, seguro). Y ayer hablaba del tema y como me está llegando de tantas maneras a mi entorno, como señales, hoy quiero hablaros de lo que para mí significa la soledad. Bueno, creo que soy osada al afirmarlo tan rotundamente “lo que para mí significa la soledad”. Nada en mi interior resulta contundente y sin embargo, quien me escucha hablar afirma que no conozco los grises en mi discurso. Ainsss… por qué costará ser más trasparente para no tener que explicarse una tanto? Sinceramente creo que no soy nada rotunda, aunque mi forma de hablar sea de extremos.
Practico la empatía cada día, la generosidad de ponerme en el lugar del otro y entender que no soy esa persona y que ella actúa y vive “como puede, la dejan o quiere” y ante eso no hay cuestionamiento. A veces parece que quiera defender siempre lo opuesto a lo que me dicen o tratan de hacerme entender, y en realidad “yo lo entiendo todo, pero todo” por eso miro por tantos lados, defiendo cada color y cada enfoque y me rindo al decir que todo es por algo y que además, nunca pasa nada!
Por favor, dejemos de desmenuzar hasta la saciedad lo que nos pasa, dejemos de mirar tanto las pequeñas motas y centrémonos en algo más amplio, más interpersonal, más de aceptación y comprensión sabiendo y entendiendo que todos y cada uno de nosotros estamos solos, desgraciadamente solos o afortunadamente (todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes) y aprendamos a pensar mejor y a lamentarnos menos. Como bien dice Rosa: “me preguntaría qué quiero de verdad, cuáles son mis prioridades. Imagino, supongo que me guiaría mi instinto de superación, de salir adelante, de sobrevivir, de fijarme en todo aquello que ahora quizás no le dé la importancia que requiere.
http://poemasyreflexionesrosa.blogspot.com.es/2013/03/el-desierto.html
Sé que es difícil, que cuesta el optimismo, que compararnos no ayuda pero es que no hay otra, la vida, nuestra vida es esta, nuestro cuerpo el que nos han prestado para ella y cada día único e irrepetible.

Quiero cerrar esta reflexión con un escrito que me ha clavado a la silla y me ha hecho leerlo varias veces, como para memorizarlo por su mensaje y por mi similar manera de entender las decisiones ante los cruces áridos de caminos que nos va poniendo la vida; además de mirar bien a nuestro alrededor para no perdernos las señales. Entendamos que la espera siempre recompensa porque es parte del camino para prepararnos a dar el siguiente paso.


 "Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste 
el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve.” (Susanna Tamaro. Del libro "Donde el corazón te lleve".) Del muro de Gao Alma (Gaoalma).

http://gaoalma.blogspot.com.es/2011/06/silencios.html

Actualmente yo he elegido sentarme en soledad, sin permitir que nadie me distraiga…

Beatriz Salas

martes, 26 de marzo de 2013

Rudyard Kipling - Si...

Puedes escuchar la grabación activando el reproductor.

Rudyard Kipling  (Bombay, 30/12/1865 - Londres, 18/1/1936)

Si…
Si puedes conservar tu cabeza, cuando a tu alrededor
todos la pierden y te cubren de reproches;
Si puedes tener fe en ti mismo, cuando duden de ti
los demás hombres y ser igualmente indulgente para su duda;
Si puedes esperar, y no sentirte cansado con la espera;
Si puedes, siendo blanco de falsedades, no caer en la mentira,
Y si eres odiado, no devolver el odio; sin que te creas,
por eso ni demasiado bueno ni demasiado cuerdo;

Si puedes soñar sin que los sueños, imperiosamente te dominen;
Si puedes pensar, sin que los pensamientos sean tu objeto único;
Si puedes encararte con el triunfo y el desastre, y tratar
de la misma manera a esos dos impositores;
Si puedes aguantar que a la verdad por ti expuesta
la veas retorcida por los pícaros,
para convertirla en lazo de los tontos,
o contemplar que las cosas a que diste tu vida se han deshecho,
y agacharte y construirlas de nuevo,
aunque sea con gastados instrumentos!

Si eres capaz de juntar, en un solo haz, todos tus triunfos
y arriesgarlos, a cara o cruz, en una sola vuelta
Y si perdieras, empezar otra vez como cuando empezaste
Y nunca más exhalar una palabra sobre la perdida sufrida!
Si puedes obligar a tu corazón, a tus fibras y a tus nervios,
a que te obedezcan aun después de haber desfallecido
Y que así se mantengan, hasta que en ti no haya otra cosa
que la voluntad gritando: “Persistid, es la orden!!”

Si puedes hablar con multitudes y conservar tu virtud,
o alternar con reyes y no perder tus comunes rasgos;
Si nadie ni enemigos ni amantes amigos,
pueden causarte daño;
Si todos los hombres pueden contar contigo,
pero ninguno demasiado;
Si eres capaz de llenar el inexorable minuto,
con el valor de los sesenta segundos de la distancia final;
Tuya será la tierra y cuanto ella contenga
Y -lo que vale más- serás un hombre! hijo mío!

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En idioma original:

If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you;
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or, being lied about, don’t deal in lies,
Or, being hated, don’t give way to hating,
And yet don’t look too good, nor talk too wise;

If you can dream – and not make dreams your master;
If you can think – and not make thoughts your aim;
If you can meet with triumph and disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you’ve spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to broken,
And stoop and build ‘em up with wornout tools;

If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breath a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: “Hold on”;

If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with kings – nor lose the common touch;
If neither foes nor loving friends can hurt you;
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds’ worth of distance run -
Yours is the Earth and everything that’s in it,
And – which is more – you’ll be a Man my son!

Rudyard Kipling, poeta británico, PNL, 1865-1936

domingo, 24 de marzo de 2013

Domingo




Domingo por la mañana… otro domingo; llegan tan rápidos, casi tanto como duran… nada! Nunca me gustaron los domingos por su ociosidad, porque podías hacer lo que quisieras pero no se hacía nada. Últimamente los domingos me gustan, ya no busco qué hacer ni en qué distraerme, ahora me hacen sentir que termina una semana y la próxima se acerca con nuevos proyectos… Cómo me gustan los nuevos retos, las novedades, la cantidad de cosas que me quedan por hacer. Los años se me echan encima y me da miedo que falte poco para no poder emprender nada nuevo. Me da miedo que se acaba el tiempo… El tiempo… ¿Qué tiempo? ¿Para qué necesito tiempo? Mal enseñada o no, mi madre estaba empeñada en que no perdiera el tiempo, en que lo aprovechara, en que no dejara de hacer “algo,”, lo que fuera. El día que vaciamos la casa porque ella ya se había ido… fue triste ver todas esas labores que había realizado a lo largo de los años, por no perder el tiempo y que no sabíamos qué hacer con cajas y cajas de “no perdidas de tiempo”. Era frustrante dar al traste con tanto tiempo aprovechado que se desaprovechaba. El tiempo… a veces “bendito tiempo”, otras “maldito tiempo”; para pensar, para correr, para estresarnos, para mal vivirlo… El tiempo, mi tiempo, tu tiempo… ¿Qué hay que hacer con el tiempo?

Beatriz Salas