Desde mi Puente veo la vida pasar debajo de mí. ¿Alguna vez has querido detener un río con la palma de tu mano...?
De igual manera... es imposible que la vida se detenga para hablar conmigo.
Ella es caudal impetuoso, es anarquía... es caballo desbocado que corre sin rumbo e ignoramos su destino final.
Yo me he lanzado a la vida como el nadador se arroja al agua.
Y he conocido de remansos donde solo la tarea era flotar.
He conocido aguas turbias... como turbios fueron los momentos de desazón, tristezas, angustias... y lloré.
Conocí los traicioneros remolinos de la decepción, de la frustración, del desencanto, de la desilusión y del fracaso. E intentaron hundirme en pozos profundos para que ya no vuelva a la superficie..., pero no lo lograron...!
Conocí aguas que, en medio de las rocas, corrían sin control y ahí yo... dando tumbos y siendo la marioneta del capricho de la vida... dislocado y vencido por instantes.
Pero aún así supe sobreponerme porque no hay capricho de la vida que pueda vencer mis ganas de recuperarme de golpes pasados.
¡Y salí adelante...!
En mis aguas caí tantas veces... como el agua cae en cascadas.
Y así, en caída libre, sentía que ya no dominaba la situación y solo me preguntaba qué me esperaba al llegar al fondo.
Pero aquí me ven. Aún soy visible si miras desde tu orilla.
Aún me verás luchar muchas veces contra la corriente.
Mis manos están cansadas, pero no vencidas...
Mi espíritu siente, en ocasiones, agobio.
Pero no deja de luchar...
Es que el motor de la embarcación de mi vida es el alma... Podrán doblegar todo de mí..., pero a mi alma... jamás...
Mi alma es... donde guardo mis ganas de vivir, el deseo de ser mejor..., los consejos añejos, pero vigentes..., la memoria de luchas ganadas... y también cicatrices que me han dado la fuerza con las que hoy enfrento cada recodo de mi río.
Voy recorriendo mis valles, porque así es la vida y cuando al fin desemboque en el océano del fin de mis días quisiera llegar allí sin haberme guardado nada. Y habiendo hecho todos los esfuerzos que me han sido necesarios.
Desde mi Puente he visto la vida pasar
y me he arrojado... y...
¡Oh, casualidad...! ¡Ahí también te encontré...!
Sergio
http://serpai-acerca-de.blogspot.com/2011/02/mi-vida-un-rio.html