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viernes, 9 de noviembre de 2012

LA PUERTA



Lana era una persona diferente, una mujer disconforme con el mundo, de la que aprendí muchas cosas. Casi sin darme cuenta, a base de sorpresas en frases de todo tipo, me tenía pendiente admirándola, escuchando sus retahílas, sus provocadoras opiniones y puntos de vista. Por ejemplo, me peleaba por querer ayudar, me decía que quien ayuda a otro le cambia el destino -idea que nunca pude compartir-. Yo la miraba tan atenta como podía, esperando que su mensaje me penetrara y sus metáforas abrieran alguna grieta en mi condensada y mal administrada mente. 
Y es que yo estaba ávida de saber, de tener conocimiento, cultura. 
Adoraba encontrarla y dejar que hablara y contara; todo me parecía poco. Ya he dicho alguna vez que fui lectora compulsiva aunque desgraciadamente mal dirigida, tan solo las provisiones de las librería en los salones de amigas -la mayoría novela-, me proveían de mis tan ansiados tochos porque me desesperaban los libros de pocas hojas, que se terminaban en un plis plas!
Bueno, a lo que iba, mi amiga yugoslabaa, criada en Suecia y experta en digitopuntura, había vivido en China ¿Vaya mezcla, verdad? Era un ser “venido de otro mundo” y nunca mejor dicho. 
Ella… decía cosas que nunca a nadie había escuchado.
Recuerdo el día que me hablo del pasillo lleno de puertas.
Aún puedo imaginar la imagen que se creó en mi mente y cómo entendí y aplaudí la idea que me regalaba. En efecto, mi vida, y la de todos nosotros, es un largo corredor con puertas a ambos lados. Esa es la gracia de la idea, que esas entradas están ahí para ser abiertas, para descubrir qué nos deparan, para sorprendernos, alegrándonos o dándonos disgustos, siempre presentes y sin que dejen de aparecer a lo largo de toda nuestra vida. Desde que me lo contó, esa idea a estado siempre presente y hoy quiero deciros que para mí, todas esas puertas son la esencia de mi vida. No me canso de abrirlas  y cerrarlas -por ello me llaman loca- y con mi curiosidad, exenta de todo miedo, miro a cada una con embeleso y me recreo en su color, su forma, esté vieja ajada o recién colocada. Acaricio el pomo y si tienen llave la tomo y giro,  luego, con fuerza unas veces, con desconfianza otras -las menos- pero con decisión la mayoría, me dejo sorprender y alegrar, desesperar y frustrar, abrirme paso entre rayos de sol, neblina u oscuridad, para de nuevo, una vez cerrada, de vuelta al centro del corredor, seguir mi camino recorriendo con mis ojos sus contornos, buscando sus grietas.
No soy curiosa, eso no, pero si quiero VIVIR todo lo que pueda y me de tiempo, y desde luego, abriré todas las que me vayan pareciendo que debo -mejor haber ido y regresar con el rabo entre las piernas que nunca haberlo intentado- para conseguir hacer que me sienta como una niña pequeña, ansiosa por hallar nuevos motivos para disfrutar de la única vida que me ha tocado, la mía.

Beatriz Salas

12 comentarios:

  1. Mil gracias Beatriz, por tan hermosa reflexión. Así es querida amiga, la vida es un pasillo de puertas que hay que ir abriendo e investigar. Sólo así, podremos ir sabiendo qué hay tras ellas y si no nos gusta lo que hay, cerrarlas. Pero es a la vida a la que no le tenemos que cerrar esa puerta.
    Me ha hecho pensar esta tu reflexión Beatriz.
    Muchos besos. Rosa.

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  2. Muy bonita e interesante ilustración acerca de la vida Beatriz. Y realmente que desde que irrumpimos en el mundo, vamos abriendo puertas a lo largo de todo ese pasillo como a bien comentas.

    Y con ese aliento de vida continuamos abriendo puertas, cerrando otras, aunque lo más importante a mi forma de ver es ir retomando todo aquello que nos sirve, para abonar en nuestro vida y florezca nuestro jardín de los buenos frutos, de satisfacción, sobretodo con un corazón lleno de paz!
    Gracias por compartir Beatriz
    Un abrazo con mucho cariño.

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  3. Una bonita reflexión, sin duda alguna. Un besazo.

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  4. Beatriz, me sorprende que puedas abrir todas las puertas que te encuentras, y no solo abrirlas una vez, lo haces de vez en cuando.

    Me resultaría imposible, por lo que a mi respecta, actuar de igual manera; a lo largo de la vida, ese pasillo con múltiples puertas del que solo puedo elegir abrir una, la abro y encuentro otro pasillo con más puertas, de esta manera uno va eligiendo sin saber lo que va dejando atrás, es lo que se llama libre albedrío y que hace de nosotros lo que somos. Cometemos errores y se pueden enmendar volviendo atrás y abriendo otra puerta para seguir un camino nuevo.

    Un rato de reflexión no viene mal.

    Un saludo

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    1. Mi querido amigo,
      me quedé con ganas, al leerte, de ampliar para no confundir. Naturalmente que se abren puertas y se cierran, y la misma varias veces, eso creo que es ley de vida, al menos ley de mi vida, lógico, obvio, y sin remedio. Otra cosa es el resto del mensaje, para mí de esperanza y es que"siempre hay salida, otra salida" que no se sabe si mejor ni peor pero que haberla hayla.
      Me encanta leerte y tus comentarios siempre me enseñan.
      Gracias por estar siempre cerquita.
      Un abrazo fuerte

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  5. Una certera reflexión amiga.
    Feliz fin de semana besosss.

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  6. Ay Beatriz, es fácil abrir puertas, ser atrevido pero a veces, cuesta cerrar algunas, esas que nos fastidian, esas que nos hacen la trabeta...

    Me gusta lo que dices y como lo dices

    Un abrazo

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  7. Querida Beatriz,preciosa reflexión la vida es en verdad un largo pasillo con muchas puertas, para algunas personas más que para otras, hay que abrirlas una a una, paso a paso, descubrir que hay detras de ellas, en algunas habra cosas poco agradables,en otras lo que hayaremos sera alicientes e ilusiones, experiencias que enriqueceran nuestras vidas, yo le llamo aprendizaje, creo que a lo largo de nuestras vidas hay que abrir muchas puertas, malas y buenas,pero todas por supuesto hay que abrirlas si miedos ni temores, en alguna encotraremos la ilusión perdida, es tan solo aprendizaje de vida.
    Es tan solo una modesta opinión sobre tu reflexión, mi opinión.
    Escribes maravillas, con sentido y profundida. Felicidades por compartirlo. Un abrazo

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  8. Me hubiera gustado conocer a esta mujer de ideas tan particulares. Su reflexión sobre que ayudar cambia la vida del otro es cierta: en ese momento en que intervenimos se desvía el curso que sin nuestra ayuda habrían tomado los acontecimimentos. Solo que yo, lo veo en positivo. Soy partidaria de ayudar, aunque eso suponga cambios.
    Lo de las puertas es muy interesante. Mientras unos quieren abrirlas todas precipitadamente, o abrir una tras otra, sin quedarse mucho tiempo en ninguna habitación, otros lo hacen meditando sobre cuál y en que orden abrirlas. O algunos descubren una habitación en la que deciden quedarse el mayor tiempo posible, incluso toda una vida. A otros, en cambio, se les abren o cierran puertas que no esperaban. Incluso algunos cierran los ojos para no verlas, porque no viéndolas no tendrán que abrirlas... Como la vidad misma, esta metáfora de las puertas de tu amiga me hace reflexionar y verme en ese pasillo y preguntarme si he abierto las puertas que pretendí, si he conseguido abrir aquellas que me cuasaban miedo, si seré capaz de entrar en aquellas que se abrieron sin yo querer o si seré capaz de salir de las que se cerrarán, y si al hacerlo, lo haré con ganas de seguir avanzando.
    Como tu seductora amiga, tú nos has embarcado en un viaje a nuestro propio pasillo interior, querida Beatriz...Quien sabe si, como argumentaría tu amiga, no estarás cambiando el curso de alguna historia...

    Un fuerte y cálido abrazo.
    Pd: Un texto soberbio en fondo y forma.

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  9. Puertas que se abren,puertas que se cierran guardando secretos ,sueños ,risas, llanto y preguntas sin respuesta.

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  10. Le confieso que hay unas cuantas puertas que prefiero no abrir, aunque no temo cerrar las que ya no hacen falta. Además comparto las creencias de su amiga polaca, sueca y/o china (me disculpa si faltó parte de la descendencia de la dama), creo que uno debería devolver el favor no a quien lo hizo, sino a alguien que lo necesite más.





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  11. Bello blog , texto, saluda del Belgica

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Beatriz Salas Escarpa